26 marzo 2007

Todo Sobre el Surf

Lo prometido es deuda, por tal aquí les dejo todo lo relacionado al surf. Espero les agrade.


EL SURF Y SUS CONFUSAS RAÍCES

Existe una disciplina que se remonta muchos siglos en el pasado, un deporte que era practicado por todos los lugareños, una actividad que excedía cualquier límite y a todo lo que no estuviera relacionado con ella. Esta práctica tan pasional proviene de juntar una tabla y muchas olas, esa locura llamada surf.
La historia no tiene raíces muy claras, ya que hay varias versiones sobre los comienzos de este deporte y es por tal motivo que se hace muy difícil fijar una fecha exacta de la primera vez que una persona se deslizó sobre una ola, montado en una madera.
Existen dos teorías que parecen ser las más verídicas. Las culturas de las islas del Pacifico Sur (como por ejemplo Fiji, Tonga y Tahití) tuvieron desde sus orígenes una vida íntimamente ligada al mar. A través de leyendas locales transmitidas oralmente y de relatos de expediciones occidentales en el siglo XVII, se tienen algunos testimonios de la existencia del deporte ahora conocido como surf, aunque con la diferencia que lo hacían sobre canoas y/o barcas pesqueras.
La segunda hipótesis lo ubica en el norte de Perú, donde las culturas locales dejaron algunos indicios. En uno de los Huacos (cerámicos pre-Incaicos) se ve, aparentemente, a un nativo sobre un madero -o algo similar- en actitud de deslizarse sobre la ola. Todo esto indicaría que el surf nació en América del Sur.
Lo cierto es que fueron los polinesios, en sus constantes travesías entre las islas, quienes -siglos más tarde- llevarían hasta Hawai la costumbre de barrenar olas.
Cuando el capitán británico James Cook llegó a tierras hawaianas –a mediados de 1770- descubrió una actividad que lo dejó sorprendido tanto a él como a toda su tripulación. El teniente King, en su bitácora de viaje, escribió: “El arrojo y la destreza con que los vi realizar maniobras complicadas y peligrosas fue completamente asombroso y difícil de creer” (testimonio que data de 1778). Vale remarcar que ese fue el primer contacto que tuvo el hombre occidental con el surf, que para ese entonces se denominaba “Choroee”.
En esa época la sociedad hawaiana estaba constituida por una línea familiar de reyes y jefes (denominados Ali’i) que gobernaban a los comunes, o sea, al pueblo (llamados Maka’Ainana). Ambos niveles sociales practicaban el surf, pero no podían hacerlo con las mismas clases de tablas, ya que dependiendo del tipo se distinguía a la sangre real del resto.
Este deporte estaba tan ligado a la sociedad que incluso se construían templos (llamados Heyau) en los que se rezaba por el surf y se entregaban ofrendas. Además, el Kahuma (brujo de la tribu) pedía por buenas olas cuando éstas no aparecían. Uno de los templos más antiguos era el Kueman, el cual contaba (descrito así por el arqueólogo John Francis Grey) con una especie de soporte para los espectadores y que también tenía una piscina para que los surfistas pudieran bañarse después de un día de choroee.
Con la llegada de los occidentales, se produjo el fin de la era del surf clásico en Hawai. El porque es simple: toda la población fue cambiando, tanto de costumbres como de religión (los occidentalizaron) y, como si fuera poco, comenzaron a padecer enfermedades que sólo se conocían del otro lado del mundo (como la viruela, que provocó la disminución de la población en pocos años). Por ese tiempo la práctica del surf fue prohibida por la iglesia –católica-, ya que era considerado inmoral (debido a que los lugareños barrenaban las olas semi o completamente desnudos). De ese modo, esta disciplina desapareció durante algunos años de Hawai.
La historia dio un giro radical cuando descendientes de antiguos reyes hawaianos se juntaron y retomaron la vieja costumbre de surfear. Ese grupo de personas contaba con diez participantes aproximadamente, dentro de los cuales se encontraba Duke Kahanamoku, más conocido como el “Padre del Surf Moderno”. A pesar del esfuerzo de éstos, este deporte no se propagó más allá de Hawai hasta que no aparecieron los escritos de autores extranjeros de renombre (como por ejemplo John Papa Li y Jack London).
Kahanamoku fue campeón olímpico de natación en 1912, era guardavida y gran remador de canoas, además tenía una gran personalidad y espíritu, virtudes que lo hacían ser bien recibido en los países que visitaba. En sus viajes por el mundo (invitaciones que recibía gracias a la consagración olímpica) hacía exhibiciones y demostraciones y de ese modo en 1915, aunque muy tímidamente, el surf comenzó a hacerse conocido en el mundo. Duke visitó varios lugares de Europa, además de California y Australia y fue en este último país donde hizo famosa una tabla que él mismo produjo –con madera de secoya- y que ayudó al nacimiento del surf moderno (de ahí el apodo ganado). Esa tabla se encuentra en un club de surf australiano que se creó en esa época.
De ese modo el surf fue tomando un carácter un poco más popular y comenzó a ser reconocido en muchos más lugares del planeta. En la actualidad los surfers viajan constantemente en busca de las mejores playas, olas y competencias y así siguieron convirtiendo a esta disciplina en un verdadero culto. Todo esto es, fue y será gracias a la valentía, dedicación y decisión de un sólo hombre: Duke Kahanamoku, todo un símbolo surfista.
Foto 1: El clásico eslalon. / Foto 2: Giro 360º. / Foto 3: Duke Kahanamoku.


SIN TABLAS, ¿QUÉ SERÍA DEL SURF?

Es lindo pensar en el surf como una disciplina apuntada a las playas, los buenos bronceados, esas aguas transparentes que nunca habrá en Argentina, los buenos cuerpos –de hombres o mujeres, dependiendo la preferencia-, pero todo eso no sería un culto a este deporte si no existieran las tablas. Sin ellas este deporte tan pasional no sería lo que hoy es.
Si nos remontamos en el tiempo –siglos atrás- podemos mencionar que las tablas no eran más que trozos de madera, troncos de árboles podría decirse, de 4,8 metros de largo y de 65 kilos de peso aproximadamente.
Hasta comienzos de 1930 eran, en su mayoría, de madera de secoya. Estas “tablas” eran muy pesadas, pero muy resistentes al agua y el largo, el ancho y la forma de las mismas eran dadas por las características del árbol del cual habían sido extraídas. Con equipamiento como este se hacía muy difícil generar buenas maniobras sobre las olas y más cuando éstas superaban el metro de altura.
Las caídas y los fuertes golpes eran muy comunes con tablas como esas y fue por eso que los destacados surfers de la época (los hawaianos John Kelly, Fran Heath, Wally Froiseth y los californianos Lorrin Harrison, Pete Peterson, entre otros) vieron la necesidad de modificarlas. La primera conclusión a la que llegaron fue la de reducir la longitud.
Los primeros grandes cambios se hicieron presentes. Se achicaron las colas con la intención de facilitar los giros, las acortaron para que sean más maniobrables y también cambiaron la posición del surfer sobre la tabla.
En 1924 el estadounidense Tom Blake conoció al hawaiano Duke Kahanamoku en una competición de natación. Blake se sintió muy atraído por el surf y fue así que, partiendo de los consejos de Duke, comenzó a fabricar sus propias tablas. Usó el mismo material que se utilizaba en ese entonces (madera de secoya), pero al comenzar a darle forma dejó grandes huecos que dieron como resultado tablas más cortas (de 4,5 metros) y mucho más livianas (45 kilos). De esta forma los surfers ganaban en velocidad y maniobrabilidad.
Ese descubrimiento hizo que Blake se dedicara a investigar aún más. Se realizaron muchas pruebas y prototipos con el afán de conseguir tablas más rápidas, maniobrables y más seguras y fue así que en 1935 se encontró con un invento que cambió la historia del surf: las quillas (que son las aletas de tiburón o dientes que se encuentran en la parte inferior trasera de la tabla). En primera instancia se probó con una sola quilla en la parte trasera central y quedó muy en claro que la maniobrabilidad mejoraba considerablemente.
Para los años ’40 aparecería un nuevo elemento para la construcción de las tablas, se trataba de la madera de balsa con la que se logró alivianar mucho más el peso. No está claro quién o quiénes fueron los precursores en este punto, pero todo indica que fueron Harrison y Peterson los primeros que mezclaron los dos tipos de madera, secoya con balsa.
La segunda guerra mundial acarreó un gran avance en cuanto a la tecnología en materiales, ya que la náutica y la aeronáutica se convirtieron en proveedores de revolucionarias materias primas. Para esos años aparece un material que sería muy importante: la espuma de poliuretano.
A principios de 1950 Joe Quigg, compañero de trabajo de Bob Simmons (arquitecto naval con conocimientos en la resistencia de los materiales y uno de los precursores del surf moderno), decidió fabricarle una tabla más pequeña a su novia: midió 2,7 metros. Cuando Quigg la probó quedó sorprendido con la facilidad que giraba. De ese modo nacía un nuevo estilo de tablas y con él un gran cambio para el surf.
En los años ’60 comienzan a aparecer algunas de las maniobras que hoy son conocidas como clásicas y por esa razón se la denominó como la década dorada en la historia del surf. En esta época la madera balsa empieza a ser relegada por una combinación de espuma de poliuretano con resina de poliéster. Así, el químico Gordon Clark comenzó a darle diferentes formas a las tablas gracias a la textura que proporciona la espuma y, de este modo, aparecen los canales y los distintos tipos de colas, entre otras cosas.
Durante este período se produce la emigración de varios surfistas californianos hacia Hawai, debido a que allí se encontraban las mejores olas. Esas costas hacían necesaria la creación de otro tipo de tablas y fue por eso que se crearon las tablas Gun, que tenían la punta afilada en lugar de redondeada y una forma más estrecha que brindaba mayores garantías al enfrentarse a las grandes y potentes olas.
A finales de los años ’60 aparece un australiano llamado Nat Young, quien aporta un nuevo estilo al surf con saltos, llenos de giros, cambios de dirección y todo eso gracias a una tabla bastante más corta. En los ’70 para los surfers lo más importante no era recorrer una larga distancia, sino mantenerse el mayor tiempo posible cercano a la espuma de la ola (zona de mayor velocidad).
Los cambios continuaron en las décadas de 1970 y 1980. El australiano Mark Richards se encargó de agregar la segunda quilla a la tabla y, al poco tiempo, la tercera (la última hasta hoy) la agregaría otro australiano, Simon Richards.
La inventiva del hombre fue el motor de la evolución. En la actualidad existen tablas que no llegan a pesar tres kilos y además se experimenta con distintos materiales y con variadas formas dependiendo del tipo de ola. Lo cierto es que el surf no sería tal cosa si no fuera por las tablas y estas últimas no serían lo que son sin la mano del hombre.
Foto 1: Kahanamoku junto a una de las primitivas tablas. / Foto 2: Tabla de 3 quillas. / Foto 3: Variedad de tablas.


3 comentarios:

Anónimo dijo...

Alex te felicito por tu Blog espero que lo expandas mucho mas y nos mantengas informados de variados temas.

Con respecto a la entrevista estoy ancioso por que la hagas y asi dar mi opinion sobre el OGAME.

saludos compañero un abrazo y siga asi

Anónimo dijo...

ale despues hace algo de jack johnson !!!!
te kiero,
tu hermaaanaaa

Anónimo dijo...

vaya mierda de blog